viernes, 13 de junio de 2008

Aquellos barros, estos lodos



El texto que coloco, a continuación, no es mío. No sé quién puede ser su autor. Lo encontré buscando en Google "la copona", pero como recrea con rudeza y ternura aquel áspero paisaje de mi infancia lo traigo aquí, consciente de que también será compartido por alguno de los lectores



El Seminario nace en la cuesta de la Colorada. Un poco más arriba, la Cerámica de Braulio. Al frente, el rio Bernesga recrea una vega. Los chopos escoltan el cauce de las aguas. El seminario está en obras. Se trabaja en el aula lateral y en la capilla: tablones, cuerdas, vías, carretillas, piedra y hormigón. En el Seminario se dan cinco cursos de Latín y Humanidades. Se reza, se medita. Una campana tañe los tiempos: despertar, capilla, comedor, estudio, clases, recreo. ...

Al Seminario se llega andando desde León. Dejas a un lado el cementerio y el cuartel. Una cerámica a un lado y otra al otro. Luego inicias la subida de la Colorada y un camino de barro te lleva inexorablemente hasta él. También puedes llegar en el coche de Genaro. Sale del Seminario Mayor atiborrado de bolsas y niños y algún padre. El coche de Genaro no tiene prisa ni fuerzas, pero no falta a sus citas diarias. También puedes ir en burro o a caballo. Los de la Sobarriba así lo hacen. Primero mercadean en León y luego la visita al hijo seminarista. Los de la Sobarriba tienen las piernas encorvadas y botas con cordones. Todos no, si, casi todos. ... Pues no me había fijado. Al balón no juegan muy bien. Lo que mejor hacen es luchar a Lucha Leonesa. Son pequeños pero fornidos.

Por la Estación del Hullero vienen los de la montaña. También por el coche de línea de Fernández. Los demás no lo se, algunos ni vienen. En el seminario se estudia y se reza. La verdad que se reza mas que se estudia. Se come poco, no lo dan. Pues yo que sé, no llegará el presupuesto. Mientras comemos se leen libros de provecho. Algunas veces son interesantes y gusta escuchar. Otras veces no, pero no importa, tú a callar que pasea un cura por los pasillos, vigilante. Que pasas, pues un bofetón, o de rodillas en el patio. Fusilar no, bueno por lo menos a mí. En el seminario no se fusila, se fusila en Puente Castro, al lado de allá del río. En la Candamia, contra las barreras, se fusila a los rojos que también se llaman “maquis”. Se les fusila pero mueren de corazón. Así lo dice el parte médico. Pues no sé, a lo mejor las balas no matan, mata el susto. …

En el seminario se reza más que se estudia. Se reza por el Obispo Luis Almarcha Hernández, por el Papa, por los muertos y los vivos. Por los fusilados no. Estos mueren de corazón y algunos ni se confiesan. Lo fácil que es decir: "maté un cura, violé a una monja, quemé una Iglesia”. Pues nada. Así les va.

Los Nacionales todos tuvieron una placa que recuerda su heroico comportamiento luchando por la Patria y salvando a España de las hordas comunistas. Da gusto. Una placa en todas las Iglesias, como debe ser. Su nombre grabado en relieve.

En el Seminario no se canta el "Cara al Sol", se canta la Salve, y el “Tántum Ergo”, y las Letanías. Se canta todo. El Cara al Sol no. Tampoco el Himno de Riego.

Hace frío. Algunas veces, que es casi siempre, te lo aguantas. Los sabañones se curan con ajo, o con "meao". La verdad que no se curan con nada. Duran todo el invierno. Este chico se los arrasca. "Te dejarán cicatrices, ya verás". Aparte de sabañones puedes tener paperas. Todos menos yo. Lo mío son los cólicos, paperas no. Cuando estás malo te quedas en la cama. Si se enteran, te visita el Rector y una monja. Las monjas suelen ser guapas o a mi me lo parece, El Rector no. Se llama Don Elías. El Rector emplea un perfume muy penetrante. Pues no sé, la verdad que lo delata, le hueles venir. Él administra el Seminario y a la Directora de las mojas. No es cosa mía, a mí me lo dijeron con una risita. ... A lo mejor es mentira....
Para curar el mal del claustro te llevan a pasear por la carretera adelante, camino de Asturias. Puedes llegar a la Venta la Tuerta. Antes se encuentra la Copona. Allí un alto para beber agua. Cuando corre el viento se anda de lado o de espaldas para evitarlo, y con la mano se sujeta el bonete. Como lo pierdas te veo correr tras él como un condenado. Rueda como una pelota: primero la cuneta, luego las laderas, y todos a reír, mientras tu te matas por atraparlo.
A jugar al fútbol nos llevan a Navatejera. No todos juegan. Algunos pasean y se habla, se habla..., que sé yo de qué se habla. Radio no tenemos. Quizás del pueblo, de la familia. De política no. ... A pasear nos lleva un cuidador, cura claro. Los hay malos y peores. Allí está rodeado por los pelotas, fantasmeando, ojo avizor por si se escapan a los bares a comprar caramelos. ... Si pasa una chica miras para abajo, si puedes claro. Se lucha a Aluche Leonesa. Yo luché y me rompí un codo. Se me marchó para un lado y tenía que sujetarlo con la otra mano. Me dolía mucho. ... Y venir desde la Copona, y esperar a Genaro y llegar al medico, y estar en la camilla. ... "¿Cómo te llamas?. Respira". Mas el éter se mete en los pulmones. Sientes como a lo lejos y ya estas despierto en la cama. Miras la escayola, lloras y rezas. Te sientes culpable una vez mas. "Trasto, trasto. Indias, qué rapaz ,no hay quién lo pare". Te duele, te duele mucho. Pues veras lo que cobra el médico. ... No. No hay seguro.

En la cárcel de León las ventanas que están pintadas de blanco son las celdas de los condenados a muerte. Los soldados pasean por la muralla con el fusil al hombro. San Pelayo se desmorona de viejo. El caballo también. En la muralla nacen flores muy vistosas, como macetas que alguien riega con lágrimas de preso. Los caños de la fuente del Arco de San Pelayo lloran y lloran en agua fresca. Los botijos beben ansiosos hasta mearse por el pitorro. Los calderos no. Abren su bocaza y esperan que el agua llene sus barrigas. Por el Arco de la Cárcel pasa la gente. ¿Dónde irán?. Entran y salen. La fuente no se entera, sigue monótona, cantando en chorros de agua. A los presos no se les ve. A los fusilados tampoco. Mueren “de corazón” en la Candamia.
El tren del Hullero huele a carbón quemado. Respira como un silicoso asmático. Suelta humo blanco, silba, cruje, se arrastra bajo los puentes. Sale de León. A mí no me lleva. Me llevará en vacaciones.

Los que más mandan son los guardias. ¡Como tienen pistola!. ... Los guardias mataron a Cristo. Bueno sí, pero esos eran otros, los romanos. Los de ahora matan a ladrones y a los maquis. Ya, pero estos mueren “de corazón”.

Ser pequeño es un problema. La mitad de las cosas ni las entiendes. los mayores tampoco, seguro. Cuando sea mayor pienso ser...

- "Tío, todo esto no esta bien. Sólo rezan por los caídos de la parte Nacional".
- "Escucha, cuando empezó la guerra me encontraba de cura en Cistierna. Fueron a buscarme a casa unos pobres hombres". Me decían: "¿tiene armas en casa?" "No", les dije. "Pasen y registren lo que quieran”. No hay mas armas que esta navajita", les dije, mientras les mostraba una pequeña que usaba para afilar los lápices. No obstante me aconsejaron algunos que me marchara de casa. Y nos fuimos Don Castor y yo al monte. Anduvimos por PEÑACORADA unos días. Yo llevaba unos pantalones y una chaqueta que nos proporciono alguien. Lo pasamos muy mal. Las noches eran frías. Me dije: "pase lo que pase me debo a mi parroquia". Volvimos y no paso nada en unos días. Una tarde vino Don Castor y me dijo: "tienen un preso y esta tarde va a pasar algo". "He oído rumores". Trazamos un plan y a eso de las ocho nos fuimos a Sorriba. Nos escondimos tras unas tapias. Cuando vimos llegar a la pareja de los guardias con un hombre joven nos hicimos los encontradizos. "Señor cura,¿cómo por aquí a estas horas?" "Venimos de ver a un enfermo aquí en este pueblo. Y ustedes,¿dónde van con ese hombre?. "Al encuentro de una patrulla que viene de León a buscarlo". "No lo crean, van a matarme". "No le hagan caso". Saqué tabaco y liamos un pitillo. "¿Hace?". "Puedo hablar con este chico o tienen prisa" "No, no. Hable, hable". "Quiero confesarme, señor cura". Allí mismo, sentados en la cuneta se me confesó. ... Me dio una cartera y la petaca para que se la mandara a sus padres... Un buen muchacho, y joven, sin ninguna maldad. "No le harán nada a este hombre?", les dije al despedirnos. "No, no. ... Habríamos andado como un kilómetro. Sentimos unos disparos. ...Nos abrazamos Castor y yo. No se cuanto tiempo estuvimos. Terrible, terrible. Su voz se atraganto.....No tuve valor para mandar la cartera y la petaca. Quizás hice mal. NO, no la mandé.

Mas tarde fui a Riaño. Fui a León a pedir que eso no pasara más. Algunas veces me hicieron caso.
Años mas tarde en algunas iglesias, se reza por todos los caídos por Dios y por España.

En la fragua hay un montón de encuentros dormidos en la memoria. Este tiene un lapida cincelada con amor. ...

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